Lo primero que debo comentar es que me considero seguidor y admirador de la obra de Francisco Jota-Pérez. Llevo casi una década leyendo sus libros y pocas veces me he sentido decepcionado. Así que al entrar, o sumergirme, en Aceldama sabía que su estilo y temática me interesaban. Digo esto porque veo aconsejable una breve documentación previa sobre la obra y estilo de Francisco Jota-Pérez antes de su lectura. Me atrevo a afirmar que nadie acaba sus libros con indiferencia: o encantan o se sale rebotado.
Aceldama es la Barcelona de un futuro no demasiado lejano, teñida de un punto onírico y gran subjetivismo por parte del narrador. Es una sociedad donde la tecnología ha avanzado más allá de la comprensión del ciudadano y el desasosiego resulta inherente. La ciudad va camino de lo incierto, y el autor en vez de narrarlo al detalle decide pincelar con decenas de apuntes que desconciertan y provocan ensoñación. Él deja pistas y es el lector quien decide si indagar y/o entender. Existen demasiadas referencias (alquimia, psicogeografía, nanotecnología, boxeo) y la labor de los protagonistas es convertirse en piezas esenciales para entender el mensaje y sometimiento a la psique que supone entrar en el enjambre Barcelona/Aceldama.
La prosa del autor es muy meritoria, el cuidado en la elección de palabras y la capacidad de evitar la agramaticalidad en frases casi imposibles llega a sorprender. Alejada toda bisoñez, encuentro a un narrador con oficio y calidad para esquivar los esquemas narrativos habituales y manejar al lector con la confianza necesaria.
El autor comenta en su blog que Aceldama puede leerse de tres maneras distintas: como ensayo-ficción, como poema o como novela. Yo entré en él pensando en un collage, pero la lectura me llevó por la tercera opción; aunque no cierre la historia y las dudas sean continuas, lo veo como un bloque narrativo. En cierto modo, se pierde al no encajar del todo en ninguno de los tres campos. Quizá recortado por algunos extremos, empacada en un género, el libro hubiese ganado en contundencia, pero eso está lejos de la intención del autor, que con una prosa cada vez más controlada decide entregar el artefacto al lector y que éste se pruebe a sí mismo.
Apartando todo lo comentado antes, como la recepción que puede tener en un público casual, en algunos tramos la lectura se atasca o reconduce más de lo necesario. Visto el esquema narrativo, puede que quede justificado, pero también se debe ser más generoso con un lector que espera pequeñas recompensas y momentos para respirar y asimilar lo leído. Para mí, esta es la novela más contundente de Francisco Jota-Pérez, pero echo en falta alguna de las potentes imágenes que golpeaban en Cinco canciones de cuna o Hierático y aquí no acabé de encontrar.
A nivel personal, encuentro motivos de sobra para mantener mi interés por la futura obra de Francisco Jota-Pérez. Es un autor atractivo, alejado de cualquier elección pusilánime de coartar su escritura para encajar en el mercado. Su valentía me interesa, porque en cada nueva obra me demuestra que tiene un mensaje, y eso no lo encuentro en la mayoría de autores.
Aceldama (Origami, 2014)
Rústica. 129 pp. 12 €
Ficha en La web de la editorial
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