Me ha gustado mucho la mitad de esta novela corta. Los capítulos impares en los cuales Beatriz Alcaná cuenta la historia de Viviane, una guía “turística” en un universo de bolsillo donde, en bucle, se reproduce el París de la Belle époque. Su enamoramiento de un poeta le lleva a encontrarse con él mientras pasea por la ciudad y muestra cómo funciona el desplazamiento temporal; sobre todo para quienes no tienen los medios para servirse de él como fuente ocio o de una experiencia y lo convierten en un lugar de trabajo. Una perspectiva alienante a la cual la joven intenta exprimir todo su jugo. A su vez, en los capítulos pares el protagonismo lo toma Denis, compañero de Viviane, pagafantas enamorado, no correspondido y monitor por el otro lado de las bambalinas: la estructura corporativa que explota el recurso.
Alcaná diferencia con claridad la estética de ambas secuencias. El relato de Viviane es un exuberante recorrido por ese París previo a la Primera Guerra Mundial, con unas descripciones detalladas que, en su riqueza, además de ilustrar un escenario vívido, muestran las facetas del personaje: su pasión por el período y su obsesión con una figura alrededor de la cual hace girar sus visitas; su determinación, subrayada mediante los comportamientos tolerados y censurados a quienes llegan hasta allí; sus transgresiones, sus causas y sus consecuencias. La conexión entre el mundo interior de Viviane y el lugar narrativo es fehaciente.
Mientras, al otro lado del velo sistémico, las vicisitudes de Denis son un poco “sobre la explicación del viaje en el tiempo”, escrito más como soporte explicativo que como relato en sí mismo. Denis carece de la entidad de Viviane, y la textura de ese presente desde el cual se extraen entornos completos para ser utilizados como si fueran un resort en la República Dominicana queda atenuada por su función explicativa. Lo importante es arrojar luz sobre el novum; que el lector no albergue dudas sobre cómo funciona la tecnología, su explotación económica, las consecuencias para quienes viven de ella, o, en una vuelta abracadabrante, quienes se ven apartados del curso del universo para terminar atrapados sin saberlo en un ciclo infinito. Esta distinción entre planos, el hecho que una parte de la narración a ratos sea una muleta de la otra, limita el alcance de Un círculo completo.
Una vez dicho esto, el trabajo sobre esas nociones de fondo es solvente. Hay en el subtexto un armazón social, político, económico que habla de nuestro vínculo con la tecnología. Las personas comunes y las máquinas terminan igualadas bajo la condición de medios mientras quienes disponen de la llave del recurso crean un entramado que posibilita su aprovechamiento. Unida a esta perspectiva todo lo referente a la interacción con lo histórico.
En realidad nada tiene que ver con el viaje en el tiempo. Al dotar al novum de la condición de universo paralelo separado, Un círculo completo dialoga sobre nuestra relación con el pasado como parque temático y la idea de la ficción interactiva. Un campo donde todo está permitido y las consecuencias de nuestras decisiones están supeditadas a la moralidad de los visitantes. Es aterrador observar detalles enraizados en las peores facetas del colonialismo y el neocolonialismo. El final, con connotaciones felices, no queda exento de una cierta amargura.
Esta componente, en la línea de historias de cf previas que se han acercado a esta cuestión (Por el tiempo, La última noche de Hipatia), tiene personalidad. De ahí que, a pesar de mi relativa insatisfacción con el relato de Denis, haya disfrutado con Un círculo completo. Su carácter especulativo y el desarrollo del plan de Viviane bien merecen su lectura. En este caso en un volumen por debajo de los 12 euros. En el entorno en el que nos movemos ahora mismo en la publicación de novelas cortas, casi un regalo.
Un círculo completo (Editorial Premium, 2024)
Rústica. 104pp. 11,4€
Ficha en la web de la editorial