Expect Me Tomorrow, de Christopher Priest

Expect Me Tomorrow(Algunas de) Las últimas novelas de Christopher Priest pueden tomarse como una pequeña cruzada escéptica, una censura a visiones dominantes de nuestro presente. No sólo tengo en cuenta An American Story, donde ponía en solfa la versión oficial del 11S. The Separation (El último día de la guerra) era un libro poliédrico que además de sumergirse en los momentos de cambio que dan lugar a las ucronías y la dificultad de conciliar las historias orales, sacudía la percepción de la Segunda Guerra Mundial como un acontecimiento granítico ocurrió-como-tenía-que-ocurrir. Hay más ejemplos.

Esta enmienda de la interpretación unívoca de lo factual no es fruto de una deriva hacia terrenos mcgufos, una candidatura para convertirse en colaborador recurrente del equivalente a Íker Jiménez en el Channel 4. Tiene más que ver con alejarse de visiones simplificadoras de los hechos, abrazar la complejidad de un presente en el cual se prescinde de todo lo que no concuerda con una versión, como si no existiera, para emitir mensajes rotundos, incontrovertibles, reduccionistas. Este propósito en su caso llega con un peaje potencial: quedarse en novela de tesis, o con varias tesis; un riesgo para el relato dramático a abordar. A través de la estructura, el tono, la voz, Priest lograba acomodar forma y fondo en sus grandes obras. Sin embargo, en los últimos años de su vida he percibido descuido en ese andamiaje. En demasiadas ocasiones los enigmas que se van resolviendo, lejos de ser transformadores, transmiten una excesiva finalidad didáctica/paternalista. A falta de leer Airside, su último libro publicado en vida, Expect Me Tomorrow vendría a ser el ejemplo más reciente.

Publicada en 2022, Expect Me Tomorrow entra de lleno en la emergencia climática, con más sutileza de la que esperaba después de leer algunas opiniones que, me temo, no han apreciado la vía cultivada por Priest. El autor de El Prestigio y La Afirmación se aleja del negacionismo pero también de ese horizonte de 2100 con una temperatura media del planeta tres grados de media por encima del inicio del siglo XXI. A lo largo de su argumento integra dos ideas que hasta el momento suelen encontrarse en extremos opuestos del debate: el cambio climático de origen antropogénico existe y va a tener consecuencias devastadoras; es posible un enfriamiento en el futuro próximo debido a cambios en la circulación del agua en los mares o el ciclo solar.

Para desplegar este corpus, Priest se sirve de dos tramas separadas por dos siglos. La primera está protagonizada por dos gemelos cuya vida queda marcada por la muerte de su padre mientras investigaba el glaciar de Jostedalsbreen, el más grande de Europa. Uno de ellos orienta su vida hacia la climatología y el estudio de las glaciaciones; qué desencadena una, qué produce el retorno a un clima más amable… Mientras, su hermano tiene un propósito vital más errático, hasta verse involucrado en unos engaños a mujeres en Londres, entrando en la cárcel con la duda de si ha participado o no. Mientras, a mediados del siglo XXI, otra pareja de gemelos sobrevive en una Europa zarandeada por lo peor de la emergencia climática tal y como la entendemos en la actualidad. Uno de ellos, quien lleva la voz principal, ejerce de consultor de la policía participando en investigaciones criminales, integrando datos, trazando perfiles…

El vínculo entre estos dos tiempos empieza cuando uno de los hermanos del futuro se revela interesado en esos crímenes en los que termina involucrado uno de los del pasado; a la sazón, un posible familiar del que se ha perdido el rastro. Una conexión que termina abarcando otros aspectos, caso de la cuestión climática y los orígenes de los cambios en uno u otro sentido; el olvido del pasado por bien documentado que esté; las investigaciones policiales y su justicia; ciertos episodios de vahídos que tienen los hermanos del pasado, durante los cuáles alguien parece establecer un diálogo con ellos. Esta última relación se formula a través de un pequeño salto del tiburón que, en mi caso, quebranta el pacto de ficción, aunque no hasta el punto de sacarme de él. Es uno de los múltiples engranajes que convierten Expect Me Tomorrow en la versión de Christopher Priest de La investigación, de Lem, y Cronopaisaje, de Benford.

Christopher PriestEsta segunda conexión es la más fácil de establecer: la cuestión climática y sus consecuencias para el ecosistema terrestre, la comunicación entre dos momentos temporales diferentes, la relevancia de la investigación para poner de manifiesto lo que está sucediendo, la inercia de la comunidad científica para acoger ideas que pueden contradecir lo asumido durante décadas, la importancia de las relaciones de las personas involucradas… La primera sobrevuela gran parte de la historia. No parece que pueda aparecer una teoría con una respuesta única a todos los interrogantes abiertos; y se exponen una serie de respuestas, algunas irreconciliables con una visión unívoca.

Esta propuesta conceptual hace aguas en la construcción de parte del relato histórico. Abundan detalles que obedecen más a dinámicas del siglo XXI que al XIX, caso de una política migratoria de EE.UU. donde hay visas que se respetan, o que se construya un gran telescopio reflector en Filipinas con financiación de EE.UU. en 1869, cuando todavía era colonia española (el primero se construyó en 1897). Por citar dos ejemplos. Tampoco me funciona el símil que establece Priest entre las investigaciones criminales y las científicas, un flagrante desprecio a las bases epistemológicas de esta última. El entramado dramático del argumento tiene evidentes problemas y, en sus momentos más exitosos, funciona al tran tran.

Nada de esto ha sido impedimento para que haya disfrutado de muchas otras facetas, caso de cómo entiende Expect Me Tomorrow el momento en el cual estamos en el debate científico cuando pretende calar en la opinión pública; cómo la especificidad de ciertos estudios deja variables fuera de la discusión porque se han olvidado, no se han tenido en cuenta o no dan la respuesta rotunda que se pretende conseguir; la continua infantilización de una población a través de medias verdades que pueden caerse a pedazos cuando sale a la luz lo que se piensa que no puede aceptar y se mantuvo oculto; la noción de la realidad como un caso práctico de lo que hemos aprendido de los sistemas no lineales (tenemos respuestas a lo que ocurre pero los acontecimientos pueden tomar un curso diferente si se desencadenan o tienen en cuenta otros sucesos); la tesis antidogmática… Todo esto me llevo de la lectura de una obra menor pero fructífera cuya ausencia de traducción en España muestra la endeblez de un mercado editorial cuya diversidad lleva cerca de dos décadas en entredicho. El tiempo que llevamos sin ver nuevas traducciones de Christopher Priest.

Expect Me Tomorrow, de Christopher Priest
Gollancz, 2012
324 pp. Tapa dura.

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