Poco después de publicar Luz a finales de 2003, Bibliópolis recuperó del olvido una de las obras más significativas de la bibliografía de M. John Harrison, inédita hasta el momento en español: la conocida como secuencia de Viriconium. Tres novelas y un puñado de relatos sin una «fuerte» conexión argumental que despliegan un lugar narrativo tan singular como arrollador. Sin embargo, a pesar de que la obra venía con inmejorables referencias y se podía situar en un nicho temático bastante demandado –en el año y medio anterior Canción de hielo y fuego, La saga de Geralt de Rivia o La espada de fuego habían pegado ««pelotazos» de ventas–, no despertó mucho interés, más bien al contrario. Y resulta extraño.
Al menos este Caballeros de Viriconium, leído cuatro años después, ofrece lo mismo que otras novelas de fantasía muy del gusto del lector medio de este tipo de narraciones. Incluso, ante la ausencia del mercado en aquel momento de las novelas del Campeón Eterno de Michael Moorcock en sus diferentes encarnaciones, agotadas hacía una década, era de esperar que concitase una mayor atención. De hecho la novela que ocupa 150 de sus páginas, “La ciudad pastel”, es en muchos momentos un calco de la fantasía heroica escrita por el mítico editor de New Worlds y creador del concepto de Multiverso.
Por ejemplo ahí están las proverbiales fuerzas del caos arrollando las civilizadas tierras del sur gracias a unas armas terribles provenientes de un pasado mítico. Una amenaza invencible a la que deberá enfrentarse un pequeño grupo de personajes que se ven obligados a acudir a una fuerza igual de antigua, que sabe qué se esconde detrás de sus enemigos y cómo pararlos. Entre ellos destaca tegeus Cromis, protagonista central de la obra, más poeta que guerrero, sin demasiados deseos de coger el mando al que su reina le ha destinado y con una serie de rasgos crepusculares que le hermanan con héroes como Dorian Hawkmoon o Corum Jhaelen Irsei creados por Moorcock.
No obstante “La ciudad pastel” no se limita a ser una buena copia sino que, en la que se puede considerar la opera prima de Harrison, cuenta con una propuesta estética original. Frente a los habituales mundos medievales con una fuerte influencia nórdica, encontramos un mundo futuro que ha perdido de vista cualquier referencia de su pasado y que recuerda levemente a los cuentos de La Tierra Moribunda de Jack Vance. Sin embargo, frente a su colorismo exhuberante y una visión un tanto naif, Harrison exhibe ya su peculiar gusto por los ambientes opresivos, la corrupción de la naturaleza, la degeneración… y explora el uso que el hombre acostumbra a hacer de la ciencia y la tecnología. Algo que ha explotado posteriormente en su obra y que es fundamental en sus dos últimas novelas: Luz y Nova Swing.
Junto a la novela se recopilan tres relatos de cuidada factura. Entre ellos es el que abre el libro, “Caballeros de Viriconium”, el que estimula más aviesamente la imaginación del lector. Se nota que está escrito años más tarde de “La ciudad pastel”, en un momento más maduro, pues se aproxima de una forma menos convencional al corpus de la fantasía heroica, desde la sugerencia más sutil. “Señores del desgobierno” y “Grandes y extraños pecados” redondean un libro al que solo se le puede echar en cara una cosa: que no contenga todo el material de Viriconium en un único volumen. Quizás si Bibliópolis hubiese reunido los tres libros publicados en uno solo –lo que se conoce en inglés como Omnibus– la suerte de la serie hubiese sido distinta. Una pena, porque los libros individuales salen algo carillos.
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