Paolo Bacigalupi es uno de los autores que más está llamando la atención los últimos años dentro del género en nuestro país. Con un par de novelas y una antología, parece indudable que ha dado con una fórmula atractiva para muchos aficionados que encuentran en él calidad literaria e historias con ideas interesantes. Cuchillo de agua es su última novela traducida y publicada por Fantascy, también la primera de temática adulta después de La chica mecánica.
Cuchillo de agua se sitúa en un Estados Unidos sumido en el horror por problemas de sequías que impiden abastecer de agua a su población. Las ciudades combaten por los derechos de explotación de ríos, los ciudadanos se han vuelto más violentos y la desigualdad se ha acrecentado a niveles inasumibles. Los protagonistas están en la parte baja de la escala social. Son los que duermen en chabolas, tienen las botas sucias de patear el desierto y sufren para sobrevivir en el día a día.
La narración está dividida en diferentes hilos argumentales que versan sobre la problemática con el agua. Los distintos personajes, tan ambiciosos como víctimas del escenario, se ven sacudidos por los inherentes males de la sociedad cuando el entorno es hostil: el egoísmo, la sexualización más violenta y la facilidad con la que afloran las zonas más oscuras del ser humano. Estas almas perdidas son las habituales en las historias de novela negra que abordan temas sociopolíticos: periodistas idealistas, políticos corruptos, mafiosos, mercenarios, víctimas casuales y antihéroes que al final no tienen tan mal corazón. Los arquetipos se respetan y fluyen sin grandes sorpresas ni representar un dibujo demasiado concienzudo, los actos y las decisiones que deben tomar son las que manejan los puntuales cambios que se dan en ellos.
En Cuchillo de agua hay quien puede encontrar una crítica al capitalismo llevado al extremo. Aunque no se da un análisis en sí mismo, sino el planteamiento de una situación concreta de la que se extraen una serie de historias que se decantan más por la acción y el thriller que por la reflexión. Quien busque esa clase de trama puede sentirse defraudado.
A la hora de elegir el tono narrativo, Bacigalupi adapta ese entorno excesivo a la prosa y el habla de los personajes. Con párrafos cortos y frases contundentes, agiliza la obra y se acerca más a las películas acción que al género negro, son poco reales y en algunos momentos de las más de 500 páginas pueden llegar a agotar.
-Tengo entendido que sabes lo que es recibir un balazo –dijo cuando por fin se hubo sentado enfrente de él.
Ángel le lanzó una mirada desdeñosa y se levantó la camisa, todo machismo, para enseñarle las cicatrices con forma de cráter.
-Más de uno.
-Bien. El encargo que tengo para ti podría conllevar unos cuantos.
-¿Por qué iba a dejar que me pegaran un tiro por ti?
-Porque pago mejor que nadie. –Con una sonrisita añadió-: Además, te proporcionaré un atuendo antibalas decente. Con un poco de suerte, a lo mejor hasta sales con vida.
-No me asusta morir.
(P.82)
Como opción elegida por el autor no es cuestionable visto el tono de la narración y las múltiples escenas violentas que aparecen, otra cuestión puede ser que guste más o menos al lector. Pero merece la pena saber con antelación la sumisión de la prosa a la narración en deferencia de una búsqueda de ambición prosaica.
Hay algunos momentos cuestionables que cortan el ritmo y le restan calidad a la novela. Quizá el más evidente sea cuando el escritor dedica cinco páginas a una relación sexual que resulta tan risible como innecesaria en el aspecto narrativo. Algo parecido ocurre cuando se incluye un momento de enamoramiento automático entre dos de los personajes principales. Ambas escenas son ejemplos de la exigencia que puede suponer la lectura: o se acata ciegamente la propuesta y se busca una lectura rápida y divertida, o se sufrirá el lastre de estar pendiente de estas situaciones.
En lo que respecta a la edición, no existe ningún motivo de queja. Además, la traducción de Manuel de los Reyes es del nivel al que nos tiene acostumbrados y solventa algunos posibles problemas con atrevidas propuestas, como el uso del término correveidile o el verbo trolear, que lejos de molestar resultan adecuados en el contexto de la novela.
Esta es una obra que gustará a los aficionados a Bacigalupi pero que podrá costar a los lectores más casuales por los motivos enumerados. En general, es sobresaliente en ambientación y ritmo, aunque algunos personajes y momentos pueden entorpecer la lectura.
Cuchillo de agua (Fantascy, 2016)
The Water Knife (2015)
Traducción: Manuel de los Reyes
Rústica. 544pp. 21.90 €
Ficha en La tercera fundación
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